Como resultado de la emergencia sanitaria nacional por Covid-19, la población puede
transitar por diferentes estados emocionales y pasar por un proceso de duelo que apenas
es notorio, por ello, el Sistema Integral para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) emite
recomendaciones para vivirlo y adaptarse a un nuevo estilo de vida.
 
La dependencia estatal informó que el duelo se desarrolla porque la población
inevitablemente entra en un fenómeno que no es individual, sino que es global y no se
puede ignorar, dando así comienzo a ese proceso.
 
En una primera etapa del duelo se encuentra la negación, en donde las personas deciden
restar importancia al problema y tratan de hacer su vida normal para ocultar la angustia,
ya que se está frente a una situación extraordinaria, que nunca se había vivido a esta
magnitud.
 
En la segunda etapa se presentan el enojo y la culpa: “¿Y sí contagio a mis seres
queridos?”, “¿El personal de salud nos puede contagiar?” presentándose luego angustia,
rencor y posibles agresiones hacia sí mismo o hacia los demás. En este caso es al personal
de salud a quien tenemos que agradecer con todo el reconocimiento y las autoridades que
se exponen día a día por nuestra supervivencia.
 
La tercera etapa es de acatar las disposiciones que marcan las autoridades de Salud y de
Gobierno, quedarse en casa, tomar sana distancia, frecuente lavado de manos, higiene en
el entorno, etc. Estas medidas también pueden ofrecer la seguridad de que al hacer lo
indicado, nos protegeremos y protegeremos al resto de la población, incluidos a nuestros
seres queridos.
 
La cuarta etapa es la tristeza y el dolor: se refiere a lo que se pierde como por ejemplo la
movilidad, la posibilidad de estar físicamente cerca de nuestras familia y amistades, la
libertad de salir a otros lugares. Se refiere también a la posibilidad de perder seres
queridos e incluso la angustia de esperar a ver cómo se va a desarrollar la pandemia.
 
Así pasamos por estas diferentes etapas una y otra vez hasta que finaliza la situación y
poco a poco se vuelve a la normalidad, cuidando el posible estrés post-traumático.
 
Debido al periodo de aislamiento las personas se aburren, se sienten encerradas, solas, en
desequilibrio; pues rompieron su rutina. Además de alteración del sueño, de la

alimentación y otras alteraciones como mal humor, discusiones, desesperanza, beber
alcohol u otras drogas.
 
Se recomienda para mantener el equilibrio físico, mental y espiritual evitar leer o escuchar
solo noticias catastróficas que ocasionan ansiedad o angustia; buscar información oficial o
de autoridades reconocidas de salud y seguir las indicaciones que van dictando.
 
Para adaptarse a un estilo de vida diferente se recomienda mantener las rutinas de sueño
y alimentación; bañarse, vestirse de forma normal, arreglarse y hacer rutinas de trabajo y
de aprendizaje; hacer ejercicio físico; acceder a la luz solar, siempre que sea posible (eleva
el estado de ánimo); alimentarse bien, sabroso y también mantenerse hidratado;
comunicarse con sus seres queridos por vía electrónica; contarle a quien más confianza se
tenga, cómo se siente, aún los sentimientos más intensos; darse la oportunidad de vivir el
proceso de duelo, ya que en este se pueden pasar por muchas emociones y actitudes:
indiferencia, enojo, culpa propia o de los demás, calma, temor, tristeza, dolor, alegría,
ternura, compasión; ser paciente consigo y con las demás personas.

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